junio 06, 2010

UN RETIRO DE SILENCIO

Es muy chévere compartir la presencia sin tener nada que decir, nada que preguntar, nada que responder o que opinar. No sabes nada sobre las personas que están contigo, no sabes con quien comes, con quien compartes el cuarto, con quien tomas un café/ te y sin embargo sientes sus emociones, su respiración, sus miradas, su lenguaje corporal y se disfruta.
Muchas veces pensaba lo especial que seria compartir esa experiencia con gente conocida y aprender a comunicarse de otra manera.
Después de un par de horas en eso, como que te entregas y finalmente participas y te dispones a pasar los días de esa manera.
Manejan el tiempo, te hacen la comida, te despiertan, tienes chance de preguntar lo que tú quieras en una entrevista privada con un maestro, te dan un lugar para dormir y hay disponible mucha naturaleza para contemplar, tambien te dan un cojin para que te sientes a meditar, en un salon grande junto con todos los demas, cada quien esta en su mundo lo que es comun es la intencion de estar presente, apoyando y aportando.
Todos por mutuo acuerdo deciden estar en silencio.
Y lo único que te queda es ser y estar, con tus ideas, recuerdos, pensamientos, con tus tormentos, tus chistes malos y todo lo demás que se te pueda ocurrir. Un montón de cosas que van y vienen, que aparecen y desparecen, que de vez en cuando duelen pero todas pasan.
Mucho desgaste físico. Se necesita mucha energía para estar presente y los pensamientos absorben gran parte, sobretodo cuando te enredan y te producen emociones y se convierten en historias que duran lo que tu quieres que duren o hasta que te das cuenta que te perdiste y vuelves a comenzar; a respirar de nuevo, a volver a ver el piso, a sentir el cojín donde te sientas y a sentir la estructura de tu cuerpo.
Así pasan las horas y los 3 días que te regalas para estar contigo.

No estoy segura que es lo que se aprende, pero algo cambia.